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Curas abusadores: «Mi nena fue abusada y está certificado por los médicos»

0019001668La mamá de una niña de 13 años contó que los forenses constataron que tenía lesiones sexuales «desde hacía tiempo». En medio de un clima tenso, los directivos del instituto Antonio Próvolo no se reunieron con los padres, pero sí la DGE

por Laura Zulian

zulian.laura@diariouno.net.ar

 

«Mi nena fue abusada y ya está certificado por los médicos, mi nena fue abusada», repite llorando Paola –cuyo apellido se reserva para preservar la identidad de la menor–, la mamá de una de las niñas que vivían en el albergue del instituto Antonio Próvolo, casi sin poder creerlo, en una mezcla de indignación, bronca y dolor.

 

Su hija tiene hoy 13 años y asiste a la escuela del horror desde hace siete. La mamá está enojada con todo el plantel directivo y de docentes. «Esas basuras decían cualquier cosa, que los niños estaban mal, que eran agresivos, que surgió porque algo les pasaba en la casa, ¿pero qué les va a pasar si estaban la mayoría de los días acá? A mi me apareció con una bombacha con sangre y acá lo que me dijeron que debía ser de una compañerita que seguro que menstruaba. Ellos me llamaron porque la nena estaba agresiva, lloraba y me pusieron que debía ser porque yo estaba enferma, porque yo luché contra el cáncer y porque después su mamá de vientre se murió», comenta la mujer sobre lo que le decían los educadores sobre su hija.

 

Cuenta que, incluso, había contradicciones entre las versiones de la asistente social y de la cuidadora. «La asistente social decía que la nena lloraba y estaba mal, pero la cuidadora, que se llamaba Noelia, decía que estaba feliz. Lo que sí observé es que venía muy triste y a veces llegaba con golpes; ella era vulnerable en todo sentido porque recién ahora tiene el audífono y recién está pudiendo hablar», agrega.

 

La mujer fue el lunes a la Fiscalía Número 15 en Carrodilla, que lleva adelante la investigación por el hecho y narró primero lo que la niña le había contado a ella. «Hoy –por ayer– la llevé porque le iban a hacer la Cámara Gesell y no se la pudieron hacer porque empezó a llorar y ella se señalaba y decía ‘yo pasó, yo pasó’, es todo lo que decía. De ahí entonces dieron la orden de que le hicieran un examen físico en el forense y ahí determinaron que tenía lesiones de abusos», comenta la mamá de uno de los casos comprobados de abuso sexual en el albergue del instituto dirigido por sacerdotes católicos.

 

«¿Cómo puede ser que pase frente a sus narices y no hayan visto nada? ¿Cómo va a ser que ellas dicen que se quedaban encerradas con llave? ¿Quién tenía las llaves? El cura. Me voy a organizar y voy a poner un abogado porque esto tiene que seguir hasta última instancia. No hay que seguir trayéndolos nunca más, por más que cambie, este lugar ya tiene la esencia», agrega la mujer mientras espera que tanto la Dirección General de Escuelas como los directivos les den una respuesta sobre lo que pasó en el lugar en la reunión a la que fueron llamados.

 

Una de las mujeres a cargo de la institución, Valeska Quintana, se paró frente a los padres sólo para decir que estaban esperando a las autoridades de la DGE e insistió en que la prensa no participara en la cita que se extendió al menos por dos horas en uno de los salones de la nave central de la institución.

 

Fueron los padres quienes pidieron que los periodistas ingresaran, luego de la negativa también de la DGE y hasta de la presencia de policías que llegaron con el propósito de desalojar a los trabajadores.

Emma Cunnietti, subsecretaria de Planeamiento y Evaluación de la Calidad Educativa, les dijo a los padres que querían hablar con ellos sin presencia de los periodistas, algo en lo que también insistió la directora de Educación Especial, Susana Yelachich. Finalmente, el asesor letrado Francisco Fernández les comentó a los padres cuáles eran las medidas que habían dispuesto.

 

Los ánimos para ese entonces ya estaban más calmados, aunque se caldearon en un momento cuando hubo algunos enfrentamientos entre los propios padres, dado que algunos defendían a los docentes y criticaron a quienes dejaron a los niños albergados. Contaron que en el albergue de niñas dormían cinco y que en el de varones eran seis los que se quedaban.

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