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El gran secreto japonés para vivir más de cien años y no engordar

Los secretos de la japonesa Tanaka Kane tiene 118 años y es la persona más anciana del mundo.

 

 

 

Cuando se piensa en mejorar la calidad de vida siempre aparece la idea de recetas milagrosas o soluciones mágicas que supuestamente nos harán lograr el objetivo de vivir más y mejor. Nada más alejado de la realidad.

 

En búsqueda de la longevidad, la humanidad ha invertido muchos años y tiempo de estudio. Pero las respuestas parecen estar más cerca de lo previsto. Simplemente hay que ver qué dietas o estilo de vida llevan aquellos lugares denominados como «zonas azules»; es decir, mirar con más atención a las ciudades donde la esperanza de vida es la más alta del mundo.

 

En este sentido, la isla de Okinawa, en Japón, es uno de los cinco lugares del mundo con la gente más longeva y tiene algo tan particular como atractivo: el Hara Hachi Bu, un método para vivir más de cien años y, además, no engordar. Aquí parece estar la clave.

 

Desde pequeños se les repite a los niños, a método de mantra, para que les quede grabado de por vida. Y significa, literalmente, comer hasta el 80% de tu capacidad. Es decir, no llenarse ni comer «hasta reventar» en cada una de tus comidas. También se pronuncia el axioma antes de ingerir los alimentos.

 

Los japoneses entienden, que ingiriendo calorias de más estamos haciendo que nuestros órganos trabajen en demasía. Con esta reducción de calorías autoimpuesta se previenen patologías por el exceso del funcionamientos de los mismos.

 

Pero también hay que ver qué es lo que comen. Ya que no importa cuánto una persona se esmere en reducir su ingesta si no sabe elegir bien los alimentos. Hay tres datos fundamentales para esto: que éstos sean naturales, locales y de temporada.

 

Okinawa es el lugar donde nació el karate. Maestros de todo el mundo viajan allí para profundizar sobre sus conocimientos marciales y también aprender sobre la cultura que dio origen a este arte. En ese marco, el argentino Alejandro Zapparoli, Sensei de Meibukan goju-ryu karate-do, una escuela okinawense que se encuentra en Hurlingham, accedió a hablar con Clarín para contarle sobre sus experiencias en esta isla.

 

«En mis viajes a Okinawa siempre vi personas grandes y muchos ancianos», cuenta Zapparoli. Y agrega: «Por algo es donde más longevidad hay en el mundo. Allá tener 80, 90 y casi 100 años es común. Lo ves en la calle».

 

Sobre el estilo de vida y la actividad diaria de los abuelos, añade: «Ellos hacen gimnasia constantemente. Salís y los ves a la tarde o a la noche en las plazas, y en cada parque que hay… Hacen mucho Taichi (una disciplina ancestral que se enfoca en la relajación, reducción del estrés y el mejoramiento de la flexibilidad corporal), artes marciales y juegan a diferentes juegos de mesa al aire libre. Siempre están activos».

 

Zapparoli sostiene que ver gente de avanzada en constante actividad es algo normal en ese lugar. «He visto y hablado con gente de hasta 102 años», dice mientras recuerda cuando iba a los parques y se sentaba a charlar con ellos, por supuesto en idioma nipón.

 

Y afirma: «Hay algo muy bueno que hacen con la gente grande. Mediante un convenio con los colegios y el gobierno, los pasan a buscar en un micro y los llevan a las esquinas de los recorridos por donde los chicos van a clases. Así los cuidan cuando van camino al colegio y cuando cruzan las esquinas, por ejemplo. Es decir, buscan que estén en contacto con los más pequeños. Y también tienen otro sistema, en donde a los niños de jardín y de primaria los llevan a los asilos de ancianos para que compartan charlas entre ellos. Está comprobado que eso le hace muy bien a los chicos y a los abuelos».

 

Alejandro, que también es terapeuta de medicina tradicional china, hace énfasis en la calidad de las comidas: «Su alimentación está basada en todo lo que les da el mar. Comen casi nada de carne vacuna, pero sí mucho pollo y cerdo. Casi todo es en sopas, como el ’soki soba’ (un plato tradicional okinawense) con mucho pescado». Y remarca: «En el desayuno comen un alga marina que crece solo ahí, se llama mozuku».

 

Okinawa es una isla cubierta de corales, entre ellos crece este tesoro natural, famoso por sus propiedades anticoagulantes y por ser un supresor de tumores. Gracias a este alimento, este país insular es uno de los lugares que tiene menos índice de cáncer.

 

Por último, resalta: «En el famoso dicho de Hara Hachi Bu hay que destacar la importancia de comer hasta llenar ocho partes del estómago. De esa manera la digestión se hace mucho mejor y uno no se siente incómodo».

 

El Dr. Craig Willcox, coautor del best seller «El programa Okinawa», explicó: “Los okinawenses comen tres raciones de pescado a la semana, muchos cereales integrales, verduras y soja, más tofu y algas kombu (un tipo de alga que se destaca por su alto contenido en yodo) que nadie en el mundo, y calamares y pulpo, que son ricos en taurina, algo que podría explicar sus bajas tasas de colesterol y presión sanguínea”.

 

En este sentido, las verduras nativas son particularmente interesantes: sus batatas color púrpura son ricas en flavonoides, carotenoides, vitamina E y licopeno, y los pepinos amargos del lugar, o “goya”, han demostrado reducir el azúcar en sangre a los diabéticos. Por otro lado, el té de jazmín y cúrcuma son interesantes ya que ayudan a prevenir potencialmente el cáncer.

 

Si bien desde que se instaló la base militar estadounidense (luego de la Segunda Guerra Mundial) llegó la industrialización de la comida y eso modificó su calidad, el enfoque sigue siendo el mismo: priorizar la ingesta de verduras, hortalizas, legumbres, frutas y granos enteros. Poca carne. Y decirle adiós al azúcar y las grasas.

 

Además de la calidad y cantidad de la ingesta, el último punto, pero por eso no menos importante, tiene que ver con la forma. En este caso, para completar el Hara Hachi Bu de manera correcta se debe comer despacio y prestándole atención a las comidas.

 

Nada de comer apurados y desviando la atención en los aparatos tecnológicos (celular, televisión, consola de videojuegos), algo muy común en el trajín diario de la vida occidental. Este ritual se completa comiendo cuando uno tiene hambre y no cuando está muerto de hambre, además de cuidar las porciones y pronunciar el mantra Hara Hachi Bu antes de comenzar. /Clarin

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