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¿A qué edad madura el cerebro?

Se prueba que ocurre a través de un proceso muy largo y complejo.

 

De ser considerado un órgano inmutable, ya que supuestamente cada cual nacía con un número de neuronas determinadas que con el paso de los años se iban muriendo sin ser reemplazadas, ahora el cerebro humano pasó a ser plástico, moldeable, que se regenera y que se recablea según las experiencias que vive.

 

 

Son cambios que no solo afectan su estructura, sino también su funcionamiento. Esto lo sabe muy bien la neurocientífica de Harvard, Leah Somerville, experta en desarrollo cerebral y quien muchas veces dicta charlas ante jueces y abogados.

 

 

Hoy día, al sistema legal estadounidense le interesa sobremanera este tema, para definir ciertos asuntos, como: ¿a qué edad alguien puede ser sentenciado a muerte?, ¿cuándo alguien podría ejercer su derecho a voto?, o ¿puede una persona de 18 dar un consentimiento informado? Se trata de límites que son difusos y debatibles, y todos esperan que la neurociencia pueda jugar un papel de árbitro que ayude a definir la situación.

 

 

«A menudo, la primera pregunta que me hacen al final de una presentación es, O.K., todo esto es muy interesante, pero ¿cuándo el cerebro ya es algo definitivo?, ¿cuándo está terminado su desarrollo?», dice la doctora Somerville a The New York Times. «Y yo doy una respuesta que es poco satisfactoria».

 

Para explicar este enigma de manera detallada, escribió un comentario que fue publicado en diciembre en la revista Neuron.

 

 

Tamaño adulto.

 

A los 10 años de edad, dice, el cerebro alcanza su volumen de adulto, pero las neuronas que lo constituyen siguen cambiando durante muchos años más. Las conexiones entre células nerviosas vecinas son «podadas» para que surjan nuevos circuitos entre áreas del cerebro que están más distantes.

 

Luego, estas reconexiones se van haciendo más lentas, una señal de que el cerebro está madurando. Pero esto sucede a diferentes velocidades en las distintas partes del órgano.

 

 

La poda del lóbulo occipital, en la parte posterior del cerebro, se minimiza hacia los 20 años. En cambio, en el lóbulo frontal, en la parte delantera de este órgano, las nuevas conexiones se siguen formando más allá de los 30. «Todo esto desafía la noción de qué significa definitivo», advierte el científico Somerville.

 

 

A medida que la anatomía del cerebro cambia, también lo hace su funcionamiento. Mientras en los niños las zonas vecinas tienden a trabajar juntas, en los adultos son las zonas distantes la que actúan sincronizadamente. Los científicos especulan que esta sincronía a distancia le permite al cerebro de los mayores trabajar más eficientemente y procesar más información.

 

 

Otro aspecto que revelan trabajos recientes es que en las pruebas de conocimiento los adolescentes lo hacen tan bien como los adultos. Pero si el joven siente en ese momento una emoción fuerte, su puntaje cae drásticamente. El adulto, en tanto, es capaz de mantener esta emoción bajo control, gracias a circuitos de su cerebro que demoran largo tiempo en madurar.

 

 

Hoy, algunos investigadores proponen reducir la edad para votar a 16 años, ya que a esa edad existe una capacidad de razonamiento lógico similar a un adulto. En el caso de un crimen, hasta más allá de los 20 años la justicia debe considerar la poderosa influencia de las emociones.

 

 

Por el momento, se trata de propuestas debatibles que necesitan nuevos y más detallados estudios científicos por parte de llos neurólogos.

 

 

Estudios del 2016.

 

Hubo algunos estudios científicos del 2016 ayudaron a entender más el comportamiento social de los seres humanos.

 

 

Por ejemplo, un estudio demostró la antigua creenecia de que las experiencias como la pobreza y los dramas familiares pueden afectar de manera negativa el desarrollo de las áreas críticas del cerebro y, según publica el diario ABC de España, aumentar el riesgo de una patología psíquica a largo plazo. Esto lo señala la Universidad de Pittsburgh y Washington tras un estudio presentado en el Colegio Americano de Neuropsicofarmacología.

 

 

Asimismo, un estudio realizado por la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital de Niños de Saint Louis en Estados Unidos, mostró que alimentar a los bebés prematuros con leche materna puede estimular el crecimiento del cerebro de manera considerable. Otro de los estudios muestra que el consumo excesivo de alcohol puede ser peligroso y afectar el cerebro de sus hijos, según investigó la Facultad de Medicina de la Universidad de Loyola, en Chicago.

 

 

(Fuente: El Mercurio/GDA)

 

 

El mayor estudio del cerebro de la historia

 

Más de 10.000 niños de 9 y 10 años serán objeto durante una década del mayor estudio científico a largo plazo sobre el cerebro adolescente que se ha hecho en Estados Unidos, informó en septiembre del año pasado uno de los centros investigadores.

 

 

Patrocinado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), que han financiado a especialistas en los campos de la neurociencia y el desarrollo adolescente, 19 centros de investigación distribuidos en todo el país harán un «registro del desarrollo biológico y conductual de los participantes».

 

 

«Vamos a ver a los jóvenes como niños y terminaremos viéndolos como adultos jóvenes», señaló a Efe Raúl González, profesor asociado de Psicología, Psiquiatría e Inmunología de Florida International University (FIU), uno de los centros participantes.

 

 

Memoria. La emoción garantiza los recuerdos

 

«La emoción facilita la memoria. Sea tanto por un motivo alegre como por un motivo de tristeza. La emoción en sí misma es la que facilita la memoria», agregó el neurocientífico Facundo Manes.

Infancia.

 

Estimulación a edades tempranas

 

«El desarrollo cerebral y biológico durante los primeros años de vida depende de la calidad de la estimulación que el lactante recibe de su entorno: familia, comunidad y sociedad», señala la OMS.

 

Socialización. El cerebro necesita compañía

 

«Es malo para el cerebro estar aislado y las fiestas pueden ser un motivo para ‘sentirse’ acompañado», señaló el neurocientífico Facundo Manes al diario Perfil al hablar de la importancia de la socialización.

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