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Una perito desmintió la versión que el médico Villar Cataldo dio sobre sus tiros al ladrón

Dijeron que el pistolón del ladrón muerto estaba bajo su cuerpo. El doctor sostiene que se defendió mientras era apuntado.

Los testigos que declararon este martes en el juicio por jurados contra el médico Lino Villar Cataldo (64) coincidieron en que el arma que portaba el ladrón Ricardo Krabler (24) estaba debajo de su cuerpo cuando recibió los disparos, lo que contradice la versión del imputado.

El comisario Hernán Humbert, por entonces titular de la comisaría 5° de Billinghurst, aseguró que el 26 de agosto de 2016, día del crimen, le avisaron que a «un hombre le quisieron sustraer el auto» y que el asaltante había muerto a balazos.

«Cuando llego había un Toyota Corolla cruzado en la calle y adentro un joven en el asiento del conductor y su cabeza recostada sobre el del acompañante», recordó el jefe policial, quien añadió que Villar Cataldo estaba «golpeado».

Según Humbert, sus subalternos secuestraron una pistola calibre 9 milímetros que pertenecía al médico y un pistolón calibre 14 que «estaba detrás del cadáver».

El subcomisario Cristian Casco, quien en ese momento estaba como oficial de servicio de la seccional, el oficial Diego Silvestro y el instructor judicial Federico Affatati, de la fiscalía que instruyó la causa, afirmaron que el arma que llevaba Krabler fue encontrada «debajo de su cuerpo».

Durante esos testimonios, el médico, vestido con un saco marrón, pantalón de vestir gris y zapatos marrones, le hizo constantes comentarios al oído de su abogado, Diego Szpigiel.

Mientras tanto, escuchaban atentamente a los testigos integrantes de Usina de Justicia, una asociación civil por los derechos de las víctimas, cuya titular es Diana Cohen Agrest, y Juan Carlos Blumberg, padre de Axel, asesinado durante un secuestro en 2004.

En tanto, la perito en balística de Policía Científica, Leticia Pons, también declaró que el pistolón estaba debajo del cuerpo de Krabler y que a simple vista se dio cuenta de que «no era apto para el disparo», aunque aclaró que eso no lo puede determinar un civil.

Además, la policía contó que hallaron un orificio de entrada que impactó en la puerta derecha y el apoya brazo trasero, tras lo cual indicó que Villar Cataldo «probablemente estaba de pie» al momento de efectuar los disparos.

El médico había dicho en la etapa de instrucción que luego de que el delincuente le dio un «culatazo en la cabeza» él quedó «tirado en el piso» y que lo apuntó con el pistolón, tras lo cual rodó hasta el cantero donde había escondido su pistola, con la que disparó «al bulto» tras incorporarse pese a «todo el dolor que tenía».

Hugo Giulani, vecino lindero al consultorio de Villar Cataldo, declaró que esa noche llegó a su casa y encontró al imputado cuando se estaba por retirar en su auto.

El hombre indicó que estuvo «charlando» unos minutos con su vecino y que entró en su vivienda, tras lo cual minutos después escuchó un «grito fuerte».

«Escuché un grito fuerte como de dolor, un ‘te voy a matar hijo de puta’ y casi al mismo tiempo tres disparos», recordó Giulani, quien dijo haber sentido un «julepe bárbaro».

De acuerdo con su testimonio, al salir de su casa vio al médico con su cabeza ensangrentada, el codo izquierdo hinchado y sus rodillas lastimadas.

El vecino aclaró que el insulto no fue dicho por Villar Cataldo porque «su voz es particular, muy guaraní», en tanto que dijo que en otras oportunidades había visto cómo apoyaba el arma en el cantero, pero en esa ocasión no lo observó.

La jueza Martínez pasó a un cuarto intermedio para este miércoles a las 9 con el testimonio de otros testigos y, probablemente, con la declaración del acusado, que inicialmente estaba prevista para hoy, según habían indicado fuentes judiciales.

El hecho ocurrió el 26 de agosto de 2016, cerca de las 20, cuando el profesional se retiraba con su Toyota Corolla de su consultorio de la calle El Ombú 6865, de Loma Hermosa, y fue abordado por un delincuente, luego identificado como Krabler.

Según dio por probado la fiscalía, el asaltante le dio un culatazo en la cabeza, se subió al vehículo del médico con fines de robo y terminó muerto de cuatro balazos hechos por el imputado.

Para la fiscalía, cuando el médico decidió disparar, ya no estaba en riesgo su vida, y su único afán era recuperar el auto.

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