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Maradona presenta un cuadro de abstinencia y deberá ser tratado

Leopoldo Luque, el neurocirujano que lo operó del hematoma en su cabeza, sorprendió con la revelación: “En el postoperatorio tuvo algunos episodios de confusión que asociamos a un cuadro de abstinencia”. Según pudo averiguar Infobae, está relacionado

 

 

 

La sentencia de Leopoldo Luque, médico personal de Maradona y quien lo operó del hematoma subdural en el hemisferio izquierdo, resultó una revelación. Fue durante su breve segundo parte médico del día en la puerta de la Clínica Olivos, que duró apenas un minuto y medio.

 

“Todos sabemos de Diego y vimos que en el postoperatorio tuvo algunos episodios de confusión que asociamos a un cuadro de abstinencia, La idea, en línea con los médicos de terapia, es hacer un tratamiento de este cuadro de abstinencia. Creemos que esto va a durar unos cuantos días. Estamos todos de acuerdo para hacerlo, y lo vamos a hacer, es lo mejor para Diego. Esta es una oportunidad muy grande para hacer lo mejor para Diego, lo que todos queremos y pensamos. Él está de acuerdo”, dijo, antes de volver sobre sus pasos en la escalinata del centro médico.

 

Al aludir a los “episodios de confusión”, el neurocirujano, de 38 años, se refirió a lo sucedido este mediodía, cuando el Diez le advirtió a su círculo íntimo que pensaba abandonar la internación sin el alta, y tuvo que mediar Luque para convencerlo, a apenas 48 horas de pasar por el quirófano y a 24 de que le quitaran el drenaje. Según pudo averiguar Infobae, la abstinencia que padece Maradona está vinculada al alcohol: durante el bajón anímico en el que cayó en las últimas semanas, reincidió en el consumo, que había abandonado en junio. Y la mezcla con la medicación que toma para la ansiedad y sus problemas para conciliar el sueño compone un combo peligroso.

 

En su habitación estaban Maxi Pomargo (cuñado de Morla y quien lo acompaña en el día a día) y Johny Espósito (su sobrino), cuando Diego explotó en horas de mediodía: “Yo me voy de acá”, avisó. “Me quiero ir a mi casa”, enfatizó.

 

Ante la situación, Luque subió al cuarto, cerró la puerta, se sentó junto a la cama y se dispuso a explicarle que, si se iba de la clínica, lo hacía bajo su responsabilidad. Y en una conversación que duró cerca de una hora enumeró las complicaciones que podría plantear el traslado a su hogar en el barrio privado Campos de Roca, junto a la Ruta 2, en la localidad de Brandsen.

 

“Te operamos hace 48 horas. Tu evolución es buena, pero inconvenientes siempre pueden surgir. Si te pasa algo en tu casa no te van a poder cuidar como acá. Si necesitás traslado, hasta que llegue la ambulancia, podés perder un tiempo precioso”, fue uno de los factores que puso sobre la mesa. El astro con Luque, el neurólogo que lo trata desde hace cuatro años

 

 

 

“La operación fue en la cabeza. Te caés yendo al baño, o a cualquier lado, te golpeás, ¿y qué hacemos?”, insistió. Otro tema no menor para Luque y compañía es la dieta. En la clínica pueden controlar qué consume. En su casa… es más difícil. Un ejemplo: la tarde siguiente a la intervención quirúrgica Maradona le pidió a su entorno… un café. Por supuesto, su deseo no fue cumplido. Si la abstinencia ataca en Brandsen, quienes lo asistan tendrán más complicaciones para frenarlo.

 

Diego aceptó a regañadientes. Y, aunque el plan inicial era convencerlo “minuto a minuto” de que lo mejor para él era seguir internado, los episodios de confusión llevaron a Luque y a su entorno a bajar el martillo. Y aprovechar la oportunidad para darle un corte a su relación con los malos hábitos.

 

El equipo médico que trata al ex capitán de la Selección está “asombrado” por la velocidad de su recuperación respecto al cuadro clínico. Responde sin problemas a los estímulos y los estudios en la zona operada ofrecen el diagnóstico esperado. “Diego está muy bien, la tomografía fue muy buena, estuvimos bailando con él”, contó Luque, antes de la revelación del cuadro de abstinencia.

 

El pozo anímico, que por momento derivaba en la mezcla de medicación y alcohol, había llegado a un punto preocupante en junio. Allí también había intercedido Luque. El aislamiento, las dificultades en su movilidad, los problemas familiares y la imposibilidad de trabajar como técnico de Gimnasia por la pandemia de coronavirus lo habían tirado abajo al campeón del mundo en México 86.

 

“Busqué el modo de provocarlo, quería que se enojara, que reaccionara ante un desafío. Le dije: ‘Diego, esto no es así, esto depende de vos, te quiero ayudar, ¿me dejás ayudarte?’. ‘¿Tenés auto? Bueno, andate’, me respondió. Me estaba por ir, pero retrocedí y le dije: ‘Vos me vas a echar cuando sea el momento. Vos nos enseñaste que cuando la situación está mal es cuando hay que aparecer’. Y le pregunté: ‘¿Querés estar mejor’. ‘Sí’, me contestó. ‘¿Por quién jurás que vas a estar bien?’, insistí. ‘Lo juro por mi mamá’, me dijo. Y empezó a estar bien”, relató el neurocirujano. Desde esa plataforma, perdió más de 12 kilos, volvió a patear una pelota, cortó con el consumo de alcohol y asumió con convicción una rutina física que sus íntimos bautizaron “Maradona fitness”.

 

El propio Luque había blanqueado su preocupación por la ingesta de alcohol días antes de aquella charla que había marcado un antes y después. “Él tiene algunos ansiolíticos recetados desde hace bastante tiempo. Son tratamientos que nosotros continuamos porque algunos medicamentos no se pueden sacar así nomas. El cuerpo desarrolla tolerancia y retirarlos de forma drástica puede ocasionar problemas. Y el alcohol… Él toma, pero lo estamos trabajando. Quizá hoy, así por teléfono, no es el mejor modo de tratarlo. Es un paciente absolutamente complejo y este tratamiento se adapta al paciente y se necesita de la voluntad de él para el éxito. Él, por momentos, tiene excesos con el alcohol y por momentos no», dijo en una entrevista el 25/6.

 

Tras los avances que el propio entrenador del Lobo mostró, exhibiendo una figura más estilizada, o hasta volviendo a patear una pelota, sobrevino una recaída. Se dio en las últimas semanas: la inminencia del cumpleaños N° 60 sin la presencia de Chitoro y doña Tota, sus padres; nuevos conflictos familiares y el hecho de verse aislado por haber mantenido contacto estrecho con un caso sospechoso de COVID-19 (uno de sus custodios, al que luego le hicieron el test y dio negativo) lo llevaron a reincidir. Y el cóctel con las pastillas prescriptas (se sintió nervioso y tomó una dosis mayor) devolvió la imagen frágil que ofreció durante el homenaje que le hicieron por su aniversario en la previa de Gimnasia-Patronato.

 

En consecuencia, el lunes aceptó ser internado y los estudios detectaron el edema operado. Ahora, Luque y su equipo se esperanzan con usufructuar la “oportunidad para hacer lo mejor para Diego”.

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