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Marcelo Bonelli: podrían desdoblarse los mercados del dólar a partir del lunes

Cristina y Alberto en el cierre de la campaña oficialista, este jueves en Merlo

 

 

La economía llega a las elecciones al rojo vivo y casi sin nafta en el tanque: el dólar en las nubes y la inflación que no para, señala el periodista Marcelo Bonelli en Clarín. Este jueves, el INDeC difundió un índice maldito: otra vez 3,5% y una inflación anual que se proyecta al durísimo número que alcanzó Mauricio Macri. El billete no para de subir y rompe otro récord: $ 207.

Todo ocurre tres días antes de unas elecciones cruciales: no hay ningún antecedente de que se pueda ganar una elección con el billete descontrolado y la inflación arriba.

El mercado cambiario es un hervidero y miles de versiones -muy contradictorias todas– inundan la City: que habrá una devaluación, que existirán más controles o que el billete blue seguirá en las nubes.

También, las dudas se centran en la cuestión política: los bancos de Wall Street escribieron varios informes sobre el comportamiento político de Cristina. Algunos dicen que aceptará mansa un acuerdo con el FMI. Pero otros especulan que se distanciará de Alberto para preservar y refugiarse en su perimido relato.

El Frente de Todos está en ebullición. Alberto trabaja con una hipótesis que confió a sus íntimos: el kirchnerismo acorta los números, pero el domingo vuelve a perder. Este jueves -en las estadísticas de Olivos- estaba abajo en Buenos Aires. Los números afirman que Cristina pierde: de una u otra manera, pierde la mayoría propia en el Senado.

El Presidente intentará relanzar el lunes su gestión. Los lineamientos finales de la iniciativa se discutirán este viernes en la soledad de Olivos. Alberto evalúa cambios en su Gabinete, aunque no tocará a Martín Guzmán. Pero el ministro deberá concurrir a ese cónclave y presentar un “menú” de acciones para contener el dólar.

Así lo confirmaron a Clarín fuentes del Palacio de Hacienda. Entre ellas, se encuentran decisiones para “emprolijar” y definir un formal desdoblamiento del mercado cambiario. Ahora existen múltiples y desprolijos -16- tipos de cambio: una ensalada de billetes que genera desconcierto, incertidumbre y siderales ganancias para la “patria financiera”.

El BCRA subsidia increíblemente el dólar financiero Bolsa y permite una bicicleta fabulosa con el CCL Libre: en una semana pueden llegar a ganar hasta un 14%. La propuesta para desdoblar el mercado la reflotó el ministro, después de que Miguel Pesce la hundiera hace un año. Fue cuando el dólar tembló y alcanzó $ 150.

Guzmán milita la idea y afirma que podría hacer bajar el billete paralelo. Una alquimia para evitar la devaluación: habla de un dólar financiero libre entre 170 y 180 pesos. La medida es delicada y hasta ahora no tiene total consenso en la Casa Rosada. Existe un fuerte debate y la idea podría frustrarse. El BCRA se resiste con uñas y dientes.

El sábado habrá otro round de la pelea en Olivos: Guzmán contra Pesce. También va a terciar Julián Domínguez: para el campo, desdoblar el mercado es una declaración formal de guerra.

También, el Gobierno deberá superar el filtro del FMI. Washington no comulga con esa idea, pero podría aceptarla, en forma temporaria, ante el desmadre cambiario: una transición hasta el acuerdo. Por eso, Guzmán admite que el paquete incluye otras opciones: si no pasa el desdoblamiento, de todos modos habrá el lunes -o a más tardar el martes– medidas cambiarias y decisiones monetarias. Guzmán lo sugirió en Olivos en la reunión con las “multis”. Así lo dijo: “No vamos a devaluar”. Alberto intento convencer a Antonio Aracre, Sergio Kaufman y Daniel Herrero: “Queremos avanzar con el acuerdo con el FMI”.

Al trío le propuso otra cosa: anticipó que buscará un aval con el movimiento empresario. La versión del dólar circula desde el miércoles y obligó a una contraproducente desmentida: habló este jueves la vocera presidencial y el dólar tuvo otro brinco porque el mercado no confía en su palabra.

Guzmán tuvo una semana dura. El domingo recibió una reprimenda de la Quinta de Olivos. Esa noche, un funcionario clave del entorno de Alberto le recriminó su pasividad. Fue ante un sincericidio de Macri.

El ex presidente admitió en la CNN: “Pedimos el crédito al FMI, para pagarle a los bancos”. Exactamente la acusación que le hace el kirchnerismo duro, con fines políticos. Macri desea competir para el 2023. Pero extraña horrores a su viejo equipo político que lo contenía y le daba contenido: sus pocos y pobres asesores actuales no tienen la categoría de Marcos Peña y Jaime Durán Barba.

El FMI pide una devaluación. Dice que es necesaria para normalizar la economía. Julie Kozac se lo manifestó varias veces a Guzmán. Los burócratas del FMI se cuidan y utilizan su diplomacia: no hablan de devaluación, pero insisten en que Argentina debe aumentar las reservas del BCRA. Para eso, en el FMI existe una única receta: devaluar. El FMI habla de un piso de un 30%. Guzmán rechaza la cuestión: afirma que, socialmente, Argentina no aguanta un salto del dólar.

A cambio, contragolpea: devaluar ese 30% a través de un “crawling peg” y empezando en diciembre. En verdad, el nivel de dólares está por el piso: el BCRA solo tiene US$ 7.000 millones de libre disponibilidad y muchos menos billetes líquidos. Un informe caliente que circula en Wall Street afirma: las reservas líquidas solo llegan a los 500 millones de dólares.

Los hombres de negocios de Manhattan –en verdad– tienen mucha preocupación por la situación política en Argentina. Para los banqueros, el desconcierto obedece a la pelea interna que existe en el Frente de Todos. Los informes secretos del JP Morgan, UBS y Morgan Stanley hablan del negativo “factor Cristina”. Dicen que a medida que la vice tiene mayor influencia en la toma de decisiones, peor es para la economía argentina.

La vice lo sabe de memoria desde el año 2018. En ese momento le pidió a Alberto que sondeara en Wall Street cómo caería una eventual candidatura presidencial suya.

El trabajo fue lapidario: si Cristina era candidata, todos los inversores huirían de Argentina. Fue una de los motivos por los cuales Cristina se corrió y eligió a Alberto. Fue un acierto para ganar, pero pésimo para gobernar. El paper lo hizo –ese año- Guillermo Nielsen y Cristina nunca le perdonó su sinceridad intelectual: cuando estuvo en YPF le hizo la guerra y –después– demoró meses en aprobar su placet para ser embajador en Arabia Saudita.

Ahora, los inversores temen y se interrogan: ¿qué va hacer Cristina? ¿dejará que Alberto haga el acuerdo con el FMI? ¿Romperá el Frente de Todos?

Esas dudas las plantean en Wall Street con mucha carga ideológica y cierta banalidad en los análisis e información. Pero las disputas internas le quitan sustentabilidad al Frente de Todos. Hay un problema de gobernabilidad.

En otras palabras: que ahora la crisis es política en Argentina, antes que económica. Insisten en que es la propia Cristina la que aumenta la incertidumbre sobre el futuro y que la economía no aguanta otros desplantes –como ocurrió en septiembre- de la vice al Presidente. La delicada situación generó diálogos secretos entre Máximo, Axel, Cristina y Sergio Massa. Ocurrió en forma hermética. El cuarteto habría decidido una fórmula: cederle ahora la iniciativa política a Alberto y que el Presidente decida solo. /Clarín

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