La tecnología transforma el suspenso en la narrativa contemporánea

La evolución de la tecnología en el siglo XXI ha modificado de manera radical ciertos aspectos de la narrativa. La ficción enfrenta el desafío de recuperar el suspenso y el deseo en un mundo donde la inmediatez predomina.

Un ejemplo emblemático lo ofrece Valentine Dussaut, interpretada por Irène Jacob en “Rouge”, la película de Krzysztof Kieslowski de 1994 que cierra su famosa trilogía “Tres Colores”. En el filme, Valentine corre hacia el teléfono fijo para no perder la llamada de su novio Michel, un hombre controlador y celoso que viaja. Este gesto encapsula una experiencia del deseo y la posibilidad de conexión que era común en el siglo XX, pero que hoy resulta obsoleta en la era de los teléfonos móviles. La inmediatez de la tecnología ha despojado el arte de esperar, eliminando el misterio que antes acompañaba a la anticipación.

Si el escritor Julio Cortázar se preguntara “¿Encontraría a la Maga?” como en “Rayuela”, hoy probablemente resolveríamos la cuestión al instante, proporcionando el perfil de Instagram de la protagonista. Esta pérdida de la expectativa invita a reflexionar sobre la necesidad de reintroducir el misterio en la literatura contemporánea. El escritor suizo Matteo Terzaghi, en su reciente obra, ilustra cómo los títulos pueden evocar relaciones y movimientos, como en “La Tierra y su satélite”, sugiriendo una conexión más profunda.

En la presentación de su libro en Madrid, el autor destacó la importancia de la curiosidad infantil en la exploración del mundo. La escritora Mercedes Cebrián, quien también participó en el evento, compartió su fascinación por las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como un antiguo dulce encontrado en un vestido. Esta anécdota, junto a su reflexión sobre el interés de Terzaghi en historias así, demuestra que el deseo de saber y explorar persiste, incluso en la era digital.

Frente a esta transformación, la literatura actual debe encontrar formas de escribir en la cotidianidad y en lo “infraordinario”, revitalizando la conexión con el lector a través del misterio y la espera. La capacidad de evocar emociones y anhelos perdidos puede ser crucial para mantener el interés en una narrativa cada vez más inmediata.