El pontífice celebró la VI Jornada Mundial de los Pobres en la basílica San Pedro.
El papa Francisco exhortó hoy a los fieles presentes en la Plaza San Pedro, a preguntarse qué se puede hacer «frente a esta tercera guerra mundial tan cruel».
El pontífice celebró la VI Jornada Mundial de los Pobres en la basílica San Pedro. Ofreció un almuerzo a 1500 pobres y pidió por los inmigrantes y la guerra en Ucrania.
«También yo me hago esta pregunta hoy: ¿Qué nos está diciendo el Señor? No huyas haciéndote la pregunta: qué me dice el Señor y qué bien puedo hacer?», dijo el pontífice durante el Angelus.
«Hoy, cada uno de nosotros debe interrogarse ante tanta calammidad, rente a esta tercera guerra mundial tan cruel, frente al hambre de tantos niños, de tanta gente: ¨Puedo desperdiciar, desperdiciar dinero, desperdiciar mi vida, desperdiciar el sentido de mi vida sin tomar coraje y seguir?», agregó.
«La paz es posible, no nos resignemos a la guerra», insistió, e invitó a «permanecer siempre cerca de los hermanos y hermanas en la atormentada Ucrania». Esta nueva guerra mundial, según Jorge Bergoglio, no se limita a conflictos armados, sino a políticas que favorecen la pobreza y el hambre.
En ese sentido, llamó a «no dejarse encantar por las sirenas del populismo (de derecha, que prevalece en el centro y este de Europa, NDR), que explota las necesidades de la gente, proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas».
«No sigamos a los falsos ‘mesías’ que, en nombre del lucro, proclaman recetas que sólo sirven para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación», subrayó en la misa en la Basílica de San Pedro, en ocasión del Día Mundial de los Pobres.
«Todavía hoy -señaló- vivimos en sociedades heridas y somos testigos, tal como nos lo dice el Evangelio, de escenarios de violencia. Basta pensar en la crueldad que está sufriendo el pueblo ucraniano, de injusticia y persecución; además, debemos enfrentar la crisis generada por el cambio climático y la pandemia, que ha dejado una estela de males no solo físicos, sino también psicológicos, económicos y sociales».
Luego dijo que «aún hoy vemos a los pueblos levantarse contra los pueblos y asistimos con angustia a la vehemente ampliación de los conflictos, a la calamidad de la guerra, que provoca la muerte de muchas personas inocentes y multiplica el veneno del odio».
«Aún hoy, mucho más que ayer, muchos hermanos y hermanas, probados y desalentados, migran en busca de esperanza, y muchas personas viven en la precariedad por falta de empleo o por condiciones de trabajo injustas e indignas», agregó Francisco.
«Y aún hoy -agregó – los pobres son las víctimas más castigadas de toda crisis. Pero, si nuestro corazón está ahogado e indiferente, somos incapaces de escuchar su débil grito de dolor, de llorar con ellos y por ellos, de ver cuánta soledad y angustia se esconden hasta en los rincones olvidados de nuestras ciudades».