Aníbal Fernández, sobre los casos de gatillo fácil: “Dentro de la Policía hay estúpidos que actúan como mafiosos”
El ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández dijo que «no estoy dispuesto con ninguna de las fuerzas –ya sea federales, provinciales o de la Ciudad- es cargarle la línea a la policía como institución”Enrique Villegas – Archivo
En el marco de la conmoción generada a raíz de los asesinatos de Lucas González, en la Ciudad, y Luciano Olviera, en Miramar -dos adolescentes que murieron por disparos efectuados por policías-, el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, analizó la problemática del gatillo fácil. “Son estúpidos que actúan como mafiosos, son una porquería de verdad”, lanzó el funcionario.
Al ser consultado por la muerte de Luciano, de 16 años, y Lucas, de 17 años, los adolescentes asesinados a manos de oficiales de policía –bonaerense y porteña, respectivamente-, el ministro de Seguridad de la Nación indicó que se debe “trabajar con más profesionalidad”.
“Nadie está liberado de que pueda ocurrir una cosa de esta característica, somos humanos, somos un pueblo de hombres y mujeres con virtudes y miserias”, advirtió Fernández en diálogo con Radio10, y continuó: “Debemos trabajar profesionalizando la fuerza para que cada vez sean más conscientes de que esas cosas no pueden suceder”.
El ministro Fernández señaló que su vocación “está puesta en que las fuerzas sean conscientes de la responsabilidad que tienen al portar un arma que les da el pueblo para el cuidado de sus bienes, de sus vidas, de sus libertades”. “Me preocupa y ojalá que hayan sido los últimos casos”, subrayó.
En este sentido, Fernández siguió: “Es una cuestión de formación y de cultura. Hay alguien que se beneficia con estas cosas y alguien que tiene tanto poder como para hacer lo que se les ocurra”.
Interrumpido e indagado por si considera que hay una estructura mafiosa dentro de las fuerzas de seguridad, el ministro apuntó: “No. Hay estúpidos que están adentro de la fuerza de seguridad y actúan como mafiosos, pero no creo que sea una estructura” y agregó que “es la estructura de determinadas personas y hay que buscarlos antes que hagan el daño, hay que estar atentos y expulsarlos de la fuerza. No hay que permitir que lleguen a este punto”.
“Son estúpidos que actúan como mafiosos, son una porquería de verdad”, reiteró, y subrayó: “Lo que no estoy dispuesto con ninguna de las fuerzas –ya sea federales, provinciales o de la Ciudad- es cargarle la línea a la policía como institución”.
Los casos
El crimen de Lucas González, de 17 años, ocurrió cerca de las 21.30 del 17 de noviembre, cuando el joven y sus amigos salieron de entrenar del club Barracas Central a bordo del Volkswagen Suran del padre de uno de ellos y se detuvieron en un kiosco situado en Iriarte y Luna, para comprar un jugo. Tras ello fueron interceptados por un auto Nissan Tiida, de que bajaron tres efectivos de la brigada de Investigaciones, armados y sin identificar.
De acuerdo a las pruebas recabadas, los adolescentes creyeron que eran ladrones que iban a robarles, por lo que huyeron del lugar, momento en que los policías les dispararon desde distintos ángulos. Al menos cinco tiros dieron en el auto y uno de ellos impacto en la cabeza de Lucas, quien tras ser atendido de urgencia en un hospital porteño fue trasladado y murió horas después en el hospital El Cruce, en Florencio Varela. En la autopsia se determinó que el mismo joven presentaba una herida de surco de proyectil en un pómulo, también disparado por la policía.
En Miramar, Luciano Olivera, de 16 años, murió luego de haber recibido un disparo de un oficial de la Policía bonaerense. Según se reconstruye en la investigación por testimonios, el adolescente fue a jugar al fútbol. Luego se reunió con amigos durante parte de la madrugada en la plaza central de la ciudad. La presencia policial cercana lo habría llevado a irse del lugar, quizás por no tener registro para conducir la moto de su padrastro.
Los efectivos lo persiguieron y otra patrulla, identificada con el número 23.305, le cerró el paso a la altura de calle 9, entre 32 y 34. Allí se produjo el disparo letal. Se desconoce aún si el oficial Maximiliano González, que estaba acompañado por otros tres compañeros, le disparó cuando Olivera se iba en la moto o si ya se había bajado y se escapaba a pie cuando recibió el impacto que lo tumbó sobre el asfalto. Un vecino aseguró a la prensa que llegó a escuchar dos detonaciones y luego el grito de un policía: “¿Qué hiciste? Lo mataste”. /La Nación